miércoles, 1 de diciembre de 2021

Sombras

 Caíste de la nada, intempestuoso, como un rayo, no te vi venir, no escuché tus pasos,  no entendí tus indirectas, no capté tu directa,  fui sorda a mis rutinarias advertencias, fui ciega a lo que siempre había tenido a la vista. 

Entraste como un visitante, algo temporal,  nada de qué preocuparse, algo sediento, juro que hasta te vi en harapos y sentí la necesidad de darte mi abrigo, descalzo y cansado del corazón. 


Pero sólo vi lo que quería ver, la que estaba en harapos era yo, la que estaba sedienta era yo, la descalza era yo y la cansada era simplemente yo. 


Y me diste de beber,  me abrigaste, me sobaste la espalda y me dejaste soñar con un puerto, una piel, me dejaste soñar como deja el médico soñar al moribundo, con la cortesía de quien sabe que te vas de este mundo y ve tu cara reluciente en el último momento. 


Qué buena muerte debió ser, con la excepción que soy un ente difícil, puedo agonizar durante un tiempo que se antoja eterno y cruel, pero en el último aliento, puedo ver, puedo escuchar, puedo sentir, sentir la negrura de mi sombra irguiendose, valorosa, áspera, absolutamente dueña de mi y me levanta de esos sopores hipnóticos de tu ser.


Oh, sombra, mi héroe, que me devuelves mis manías,  que me devuelves mis estados y mis puertos donde los extravíos y los naufragios navegan al son de mis olas,  sin desfallecer jamás,  nunca hizo tanto daño un Hola y Adiós,  un Te quiero y un Olvídame al mismo tiempo.

Que las venas se revienten de dolor y la respiración se corte de tajo para morir de una vez, y así podré renacer,  arrancandole un corto tiempo más a este maldito bucle de vida. 

  

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