Hay
dos cosas que para mi son esenciales para ser feliz en esta vida: la
comida y el sexo, sin perjuicio de otras cosas que también son
importantes y esenciales para todos los que presumimos de seres humanos,
pero, solo quiero referirme a estos dos placeres únicos, porque
son tan similares, excitantes y en fin, extraordinarios en sí mismos, y a lo mejor lo
mío es que de pronto soy hedonista, pero, me inclino a pensar que puedo ser feliz con cosas pequeñas y sencillas, una comida exquisita o
una larga sesión de sexo sin inhibiciones puede ser lo mejor que te puede pasar, parafraseando al grandioso Oscar Wilde "tengo gustos simples, me satisfago con lo mejor".
Un pedazo de carne asada con sus acompañantes igualmente recién elaborados y con ese olor embriagante te despierta todos los sentidos, al
igual que puede hacerlo una caricia suave pero reveladora.
Como hay en el mundo personas que comen por llenar un requisito de forma mas que de
fondo, comen porque simplemente sus estómagos les riñe, pero nada más, no les importa el sabor, el olor, la consistencia, si está frío o caliente, pasado o crudo, lo que les importa es cumplir con la tan aburrida necesidad de llenar su estómago, en ese caso,
casi puedo adivinar cómo es el sexo para esta persona, puras fintas sin
llegar a dar un buen golpe.
Claro, no me gustaría generalizar, sé de personas que les da igual lo que comen, pero no lo que cogen.
Los
olores en la comida te pueden transportar a gratos recuerdos, la comida
de tu mamá o de alguien especial te hace vivir nuevamente el
sentimiento de fraternidad o amor, lo mismo pasa con una
caricia, la cual te puede no solo traer gratísimos recuerdos sino
también puede ser el preámbulo de uno nuevo. Y si se te ocurre combinar
ambos placeres en una sola sesión, prepárate para llegar al cielo. Dosis
desenfrenadas de endorfinas y dopaminas. Golpe mortal a la rutina, la
comodidad y el aburrimiento.
Pero
como siempre en esta vida, todo debe ser con medida, o al menos eso dicen los budistas, no podemos excedernos, debemos siempre procurar
tener un límite aunque lo sobrepasemos de vez en cuando, pues si te
entregas al placer de la comida, podrías llegar a conocer lo
desventurado que es ser una persona obesa y si te entregas demasiado al
sexo, te arriesgas a caer en un abismo del cual ni la soledad será tu
compañía.
En otras palabras, disfruta de los placeres que te ofrece la
vida, pero no insistas en quedarte en ellos, porque la vida no es un
camino, sino muchos, y no tenemos mucho tiempo para recorrerlos todos.
Saborea cada momento y cada caricia como si estuvieras saboreando un Gelatto de chocolate, desliza tu lengua por esa piel como si fuera un smooth de fresa, disfruta del olor que desprenden las hormonas cuando tienes ganas de comer, y come, con ganas, con fuerza, con avidez!
Se me alborotaron los 2 tigres con leerte...
ResponderEliminarViole, no puedo evitar decir esto. Me acabas de dar un apetito voraz por ambos placeres... pero más por el 2do (sexo).
ResponderEliminar;-)
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