lunes, 19 de diciembre de 2011

El sexo y la comida

Hay dos cosas que para mi son esenciales para ser feliz en esta vida: la comida y el sexo, sin perjuicio de otras cosas que también son importantes y esenciales para todos los que presumimos de seres humanos, pero, solo quiero referirme a estos dos placeres únicos, porque son tan similares, excitantes y en fin, extraordinarios en sí mismos, y a lo mejor lo mío es que de pronto soy hedonista, pero, me inclino a pensar que puedo ser feliz con cosas pequeñas y sencillas,  una comida exquisita o una larga sesión de sexo sin inhibiciones puede ser lo mejor que te puede pasar, parafraseando al grandioso Oscar Wilde "tengo gustos simples, me satisfago con lo mejor".

Un pedazo de carne asada con sus acompañantes igualmente recién elaborados y con ese olor embriagante te despierta todos los sentidos, al igual que puede hacerlo una caricia suave pero reveladora.

Como hay en el mundo personas que comen por llenar un requisito de forma mas que de fondo, comen porque simplemente sus estómagos les riñe, pero nada más, no les importa el sabor, el olor, la consistencia, si está frío o caliente, pasado o crudo, lo que les importa es cumplir con la tan aburrida necesidad de llenar su estómago, en ese caso, casi puedo adivinar cómo es el sexo para esta persona, puras fintas sin llegar a dar un buen golpe.

Claro, no me gustaría generalizar, sé de personas que les da igual lo que comen, pero no lo que cogen.

Los olores en la comida te pueden transportar a gratos recuerdos, la comida de tu mamá o de alguien especial te hace vivir nuevamente el sentimiento de fraternidad o amor, lo mismo pasa con una caricia, la cual te puede no solo traer gratísimos recuerdos sino también puede ser el preámbulo de uno nuevo. Y si se te ocurre combinar ambos placeres en una sola sesión, prepárate para llegar al cielo. Dosis desenfrenadas de endorfinas y dopaminas. Golpe mortal a la rutina, la comodidad y el aburrimiento.


Pero como siempre en esta vida, todo debe ser con medida, o al menos eso dicen los budistas, no podemos excedernos, debemos siempre procurar tener un límite aunque lo sobrepasemos de vez en cuando, pues si te entregas al placer de la comida, podrías llegar a conocer lo desventurado que es ser una persona obesa y si te entregas demasiado al sexo, te arriesgas a caer en un abismo del cual ni la soledad será tu compañía. 
En otras palabras, disfruta de los placeres que te ofrece la vida, pero no insistas en quedarte en ellos, porque la vida no es un camino, sino muchos, y no tenemos mucho tiempo para recorrerlos todos.

Saborea cada momento y cada caricia como si estuvieras saboreando un Gelatto de chocolate, desliza tu lengua por esa piel como si fuera un smooth de fresa, disfruta del olor que desprenden las hormonas cuando tienes ganas de comer, y come, con ganas, con fuerza, con avidez!

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